martes, 4 de septiembre de 2007
Boarding Gate
En 4 horas más en el aeropuerto. En 7 más, partiendo el avión. 3 personas en el auto, 2 maletas, 43 despedidas, 5 horas sin dormir, un bolso de mano, tres tripas enroscadas y dos vienesas desabridas por almuerzo. Al parecer, a último momento todo se traduce a números, esos que siempre me fueron esquivos hasta para contar el vuelto del pan. Pero, ¿Cómo cuento las ansias? ¿Cómo contabilizar el orgullo, el alivio, las ganas de ya haberme despedido de tod@s y haberme sentido nerviosa por el despegue? ¿Cómo contabilizar estos duros 3 meses sin pasar por alto todo lo bueno y malo que ha ocurrido? Porque hay que tener agallas para llegar hasta el final con esto...
Allá me espera el fin del verano, un otoño largo y un esbozo de invierno bastante adversario. Me espera también un cambio enorme, gente totalmente desconocida, un país seguro y un tiempo para mí. Entre ramo y ramo espero no andar corriendo como lo hago acá, ni andar disculpándome por ser tan "ingrata" como les gusta llamarme. Es momento de ser egoísta. Porque mi madre nunca lo fue, y hay que aprender de ello. Debo ser valiente, con más coraje que el que cualquiera de mi familia pudiera imaginar... Me voy a hacer grande, pero no para volver arrogante, sino para olvidar las condescendencias mías y la lástima ajena. Me voy para crecer aun más, para pensar qué quiero hacer con mi vida (como si no lo tuviera planeado ya), para descansar de mis pulgas en el oído y para extrañar a los que me quieren. El sentimiento es confuso, las ganas se mezclan con la culpa, la pena con el regocijo, mas no debo demostrar nada, es decir, no debo esconder nada, quiero ser yo, y encontrar lo perdido. Quiero hablar mucho inglés, hacer muchos amigos/futuros anfitriones/futuros invitados, mojarme bajo las cataratas y disfrutar, disfrutar, disfrutar.
Es ahora o nunca, dijo Elvis, y este ahora será MI ahora. Las inversiones son arriesgadas, pero provechosas (creo que he ahí la semántica de las mismas). Y voy a tantear terreno, a ver si quisiera ver a mis hijos corriendo por Bloor Street o mirando con devoción el lago Ontario. Voy a probar una experiencia completamente nueva y emocionante, así como a probarme a mí misma que me la puedo, que esto es lo que quise desde hace muchos años, cuando mi mamá veía travel & living en vez de teleseries venezolanas; cuando supe que mi prima Natalia había ido a estudiar a Méjico; cuando postulé a la Chile sabiendo que la próxima parada era el intercambio. Esto es un premio, mas no es gratuito, es por esfuerzo y tesón. Porque "a pesar de los pesares" me la he podido, y no puedo flaquear ahora, aunque me tiemblen las cañuelas al pensar en la travesía. Espero todo salga bien, y sí, me voy a cuidar, y sí, los voy a extrañar, pero sé también que esto es para mí, y este es el momento preciso y el lugar correcto.
Con un pie en el avión, se despide,
Macarena Herrera.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)